La sombra proyectada por las armas químicas sobre la historia moderna se ha cobrado incontables víctimas en todo el mundo, tanto civiles como soldados.
La sola mención de algunas ciudades —Ypres, Halabja, Sardasht y Guta— evoca dolorosas imágenes de sufrimiento y muerte. La OPAQ honra la memoria de las víctimas de las armas químicas mediante su misión destinada a eliminarlas del mundo. Nuestro compromiso con las víctimas les ofrece la esperanza de que serán las últimas en experimentar el horror de la guerra química.
Para garantizar un futuro sin armas químicas debemos proteger, reforzar y ampliar que aborrecerlas sea la norma, tal como consagra la Convención sobre las Armas Químicas. La norma internacional contra las armas químicas no solo consiste en un acuerdo jurídico, sino también en una declaración moral sobre la dignidad de la humanidad.
Simultáneamente, la OPAQ reconoce que los supervivientes no son simples símbolos del sufrimiento. Son congéneres que merecen nuestro apoyo y asistencia de forma activa.
Por ello la OPAQ respalda firmemente varias iniciativas que rinden homenaje a la memoria de las víctimas y defienden la dignidad de los supervivientes.
Recuerdo de todas las víctimas de la guerra química
Cada año, el 30 de noviembre la OPAQ participa en el Día de Conmemoración de Todas las Víctimas de la Guerra Química.
Durante la ceremonia, en la que participan las asociaciones de las víctimas como invitados de honor, los Estados Miembros de la OPAQ renuevan su determinación de lograr un mundo verdaderamente libre de armas químicas.
Declaración de Ypres
Prestar atención a las lecciones de la historia
En abril de 2015, el mundo conmemoró el primer empleo a gran escala de armas químicas en Ypres (Bélgica), un acontecimiento que supuso el comienzo de un nuevo tipo de guerra que se cobraría la vida y la salud de millones de personas.
Conscientes de las lecciones de la historia, los Estados Miembros de la OPAQ se reunieron en Ypres y emitieron una declaración en la que reafirmaron su compromiso contra las armas químicas.
La «Declaración con motivo de la conmemoración del centenario del primer empleo a gran escala de armas químicas en Ypres» reafirma el papel de la Convención como baluarte contra las armas químicas y condena su empleo por cualquiera, bajo cualquier circunstancia.
La Declaración también hace referencia a que los responsables del empleo de armas químicas deben rendir cuentas de sus actos y que debe velarse por que los agentes no estatales no obtengan armas químicas.
Red de apoyo a las víctimas de las armas químicas
En 2011, la Conferencia de los Estados Partes estableció la Red de apoyo internacional a las víctimas de las armas químicas, así como un fondo fiduciario voluntario para ese fin.
Los Estados Partes solicitaron a la Secretaría Técnica de la OPAQ que trabajase en colaboración más estrecha con las asociaciones de víctimas y proporcionase información en su sitio web sobre la historia del uso de las armas químicas desde la perspectiva de una víctima. Se presentan testimonios conmovedores de los supervivientes de la guerra química, así como vínculos a recursos.
Guía para la gestión médica de bajas de guerra química
En reconocimiento de la importancia de proporcionar asistencia a las víctimas de las armas químicas, la OPAQ encargó un manual para los profesionales sanitarios que atienden a las víctimas de la guerra química.
La Guía práctica para la gestión médica de bajas de guerra química (2016, disponible en inglés, árabe, y turco)se ha financiado con medios del fondo fiduciario.
El Premio de la OPAQ-La Haya honra a los defensores de las víctimas
El Premio de la OPAQ-La Haya forma parte del legado del Premio Nobel de la Paz otorgado en 2013 a la Organización y pretende reconocer a aquellas personas o instituciones que han hecho contribuciones excepcionales a liberar al mundo de las armas químicas para siempre.
En 2015, el Premio de la OPAQ-La Haya se otorgó a dos reconocidos expertos que dedicaron sus carreras al cuidado y la defensa de las víctimas de las armas químicas.
El primero de los galardonados, el iraní Dr. Mahdi Balali-Mood, trató a un gran número de pacientes que se vieron expuestos a agentes tóxicos durante la guerra entre el Irán y el Iraq (1981-1988). Tras el conflicto, estableció una clínica para quienes sufren los efectos retardados y a largo plazo derivados de la exposición a los agentes de guerra química. Fue una de las personas que contribuyó a la elaboración de la Guía práctica para la gestión médica de bajas de guerra química.
El segundo premiado, el Dr. Alastair Hay, del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte ha participado en varias misiones para investigar y analizar muestras tras el uso de agentes tóxicos a modo de arma. Sus cursos de formación dirigidos doctores e inspectores de la OPAQ que trabajan en Siria han contribuido a comprender mejor los efectos a largo plazo en la salud de la exposición a las armas químicas y establecido protocolos más eficaces para el tratamiento de las víctimas.
El Dr. Hay donó la cuantía de su premio al fondo fiduciario voluntario de la OPAQ para las víctimas de armas químicas.
Monumentos conmemorativos
En el espacio que ocupa la OPAQ existen recuerdos tangibles a las víctimas de las armas químicas.
En el jardín que rodea la Sede de la Organización se encuentra el Monumento a las Víctimas de las Armas químicas. Como reza la estatua, está dedicada al recuerdo de las víctimas de las armas químicas. Representa una víctima cuyo cuerpo inerte se transforma en palomas de la paz. El monumento fue presentado a la OPAQ en 2012 por el Gobierno del Irán.
El cercano monumento de Halabja rinde homenaje a las víctimas del ataque con armas químicas que tuvo lugar el 16 de marzo de 1988 en la ciudad iraquí que le da nombre. Muchas personas perdieron la vida, entre ellas mujeres y niños. Los supervivientes han visto gravemente deteriorada su salud a largo plazo. El monumento fue presentado a la OPAQ por el Gobierno del Irak en 2014.
Fuera del perímetro de la OPAQ se encuentra un monumento vivo compuesto por un arce en medio de un paisaje dunar con pavimento de granito grabado con un poema a las víctimas de las armas químicas. El monumento fue inaugurado en 1997 por Su Majestad la Reina Beatriz de Holanda, con motivo del 10.º aniversario de la OPAQ.